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13 – Mercenaria

— Esta vez no volverá.

— No, no lo hará… y yo tampoco

— ¿A dónde irás?

— No lo sé, sólo sé que he terminado, he completado mi viaje y es agradable.

— Y tu que? que vas a hacer? Hoy es el primer día del resto de tu vida.

— Bueno, siempre pensé que cuando esto acabara descansaría, me relajaría y pasaría el resto de mi vida haciendo lo mínimo humanamente posible.

— ¿Y ahora que estás aquí?

Un zumbido en el cielo despertó a Kara Thrace de su recurrente sueño. Había escuchado aquel sonido veintiséis mil ciento treinta y siete veces así que, siguiendo su ritual, se repitió aquel número mentalmente hasta que estuvo segura de haberlo fijado en su memoria. Había cogido aquella peculiar manía el mismo día que llegó al Origen y, desde entonces, lo había convertido en su particular canto de cisne.

— Un latido menos para volver a casa —se dijo antes de levantarse de un salto de la cama.

Cuando Kara dejó su realidad todos en la flota espacial la conocían como Starbuck, la más intrépida de las pilotos de viper. Había nacido, y posiblemente moriría, para servir a la humanidad. Sin embargo, en aquel lugar no había un Estado al que proteger, ni un Ejército al que enrolarse, ni tan siquiera algo a lo que poder llamar Patria. Si como mínimo tuviera al Viejo a su lado; él hubiera sabido cómo convertir aquel caos en Orden. Pero estaba sola, así que hizo lo que mejor se le daba: buscar cylons con los que acabar. Y los encontró, incluso dónde no los había.

Luchó junto a Volkmar el Sombrío en contra de la Santa Inquisición y, cuando Volkmar cayó, tomó el liderazgo de los soldados y siguió con la lucha armada. No era la primera vez que Kara se enfrentaba a un enemigo que podía volver a la vida una vez muerto, así que centró toda su estrategia en acabar con ellos de modo que, si volvían, lo último que quisieran fuera volver a enfrentarse a ella. Cuando Torquemada disolvió oficialmente la Santa Inquisición, los inquisidores que se negaron a abandonar su cruzada huyeron temerosos. Kara se encontró entonces sin una guerra que librar y rodeada de personas a los que había masacrado durante varias vidas.

— Hay un modo de volver, y voy a encontrarlo —se dijo a sí misma antes de salir de su tienda de General.

Como toda buena militar, Kara era consciente que ninguna guerra es eterna, pero comprendió demasiado tarde que, en el Origen, las consecuencias de una guerra sí pueden serlo. No importaba cuán lejos se marchase con sus tropas, fueran donde fueran siempre había alguien que había sufrido en sus carnes la ira de Starbuck.

Por defender la justicia se había convertido en la villana de su propia historia, así que abrazó ese rol como método de subsistencia. Temida como nadie en la isla y con más de seiscientas almas a su cargo, convirtió a todo su ejército en la mayor de las compañías mercenarias jamás recordada. A partir de ese momento, lucharían por cualquier causa, siempre que consiguiera a cambio recursos para la subsistencia de sus tropas.

— Mi General —le dijo uno de sus comandantes nada más salir de la tienda—. Los oteadores nos avisan que se acerca un grupo de unos trescientos humanos. Vienen de Perfección, en su mayoría son civiles y van sin apenas provisiones, con lo que suponemos que vienen en busca de ayuda urgente.

— Vamos a ver qué quieren —dijo Starbuck afilando la comisura de sus labios de forma melancólicamente sobre-actuada— y qué pueden ofrecer a cambio.

Imagen – Kara Thrace «Starbuck» in Wikipedia


Chains Larp
5 de noviembre de 2023