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7 – Reencuentro (parte I)

Talmek y Marcelino habían reunido un ecléctico grupo de rescate. Caminando a su lado estaba la enfermera Florence Farmborough, los gemelos Sebastián y Viola y, muy a su pesar, el pesado y canturrón oso Baloo que servía de montura para Talmek. El trayecto hasta el bosque falso era largo, con lo que Marcelino aprovechó para hablar con Talmek y así dejar de prestar atención a la sonata inacabable del oso.

— Talmek, desde que hemos partido apenas has dicho nada y estás todo el rato mirando hacia el bosque falso. Dime ¿De qué conoces a Anhelp? Cuando le pregunté por sus heridas me dijo no sé qué de un templo, y a ti aquello tampoco que te dejó indiferente.

— Bueno… —Talmek siguió con la mirada perdida en el horizonte— Anhelp es mi hermana. En nuestra realidad las cosas funcionaban de forma muy distinta. En mi mundo los dioses no eran meros observadores sino que, como los mortales, tenían su función en el universo. Allí, si uno les hacía un sacrificio suficientemente grande, los Dioses adquirían una Deuda que debían cumplir.

— ¿Y que pidió Anhelp? —Dijo Baloo que había dejado de tararear por primera vez en todo el viaje. Marcelino y Talmek lo miraron— ¿Qué? ¿Estás encima de mi hablando de cosas interesantes y pretendes que no pregunte?

— Tienes razón, perdona Baloo. —Continuó Talmek— Pidió a los dioses que acabaran conmigo.

Por su mirada, Marcelino comprendió al instante que Talmek no quería hablar del tema, sin embargo, Baloo demostró ser tan empático como silencioso.

—¿Y lo consiguió? —Baloo subió su cabeza y orientó las orejas para escuchar mejor la respuesta.

Talmek dio un profundo respiro y, con cara de resignación, contestó a la pregunta.

— Eso me temo. Aunque no fue como ella esperaba. Los Dioses siempre cumplían sus promesas pero nadie podía predecir cuándo lo harían. Pasaron muchos años y Anhelp comprendió que lo que hice fue por un bien mayor. Con el tiempo, acabó siendo la general de todos mis ejércitos y mi mejor amiga. Antes de que los Dioses complieran su Deuda.

—Pero, qué fue lo que le…

Marcelinó interrumpió a Baloo cerrándole el hocico con ambas manos para que comprendiera que se estaba metiendo donde no debía. Realmente, hay gente que no merece sutilezas, pensó el arqueólogo. Se hizo un silencio incómodo y, finalmente, Baloo siguió con su jazz desafinado mirando a Marcelino con recelo. Por suerte para los oídos de todos, ya estaban entrando en el bosque falso.

Aquel páramo de árboles quebradizos era deprimente, pero a Talmek no se le podía ocurrir un mejor escenario para reencontrarse con su querida hermana. Nada más verla, saltó de Baloo y corrió a abrazarla. Anhelp, aun en el suelo con los talones cercenados, abrió sus ojos como platos y entró en estado de conmoción al notar su mejilla junto a la de su hermano.

De repente, Anhelp se puso a gritar como una histèrica y Marcelino comprendió que algo no iba bien. Soltando improperios de todo tipo, la mujer le dio un puñetazo en la cara a Talmek, que quedó sentado a su lado con la mano en la mandíbula. Mientras se recuperaba, Anhelp se avalanzó sobre él y le robó un cuchillo del cinto. Baloo, Florence y Marcelino empezaron a correr hacia ellos mientras Sebastián abrazaba a Viola por el sobresalto.

Sin embargo, ninguno estaba lo suficientemente cerca para evitar la desgracia. Anhelp hundió repetidas veces el cuchillo en el estómago de Talmek antes que este consiguiera emitir un bramido de dolor.

Imagen – Florence Farmborough in Spartacus Educational


Chains Larp
5 de noviembre de 2023