16 – La visita
Casey Becker descansaba en el dormitorio de su àtico en el centro de Rende. Desde la ventana de su dormitorio podía apreciar un trozo de Central Park e incluso un embarcadero del río. Fuera del eco, podía distinguir las luces de las casas bajas y chabolas que conformaban el resto de su gran ciudad. Hacía ya más de tres mil latidos desde que Casey fue nombrada alcalde de la ciudad. A partir de ese momento sus condiciones de vida mejoraron considerablemente, pero también aumentaron sus preocupaciones.
Gestionar una ciudad de un millón de almas no era tarea fácil en su Tierra original, pero hacer lo mismo con seres de distintas realidades era casi imposible. Cuando no se quejaban los reptilianos de que les faltaban espacios para tomar tomar el sol en paz en el Central Park, lo hacían los centauros pidiendo lavabos públicos adaptados o los jedis pidiendo que se les cediera el espacio del eco caducado de la Estrella de la Muerte. Todos quieren cosas para ellos mismos, pero muy pocos aportan soluciones para todos.
Como siempre, Casey se estaba a punto de irse a dormir después de dos latidos de duro trabajo. Estaba agotada y con migraña; si aún existiera el dinero, hubiera pagado una fortuna por un ibuprofeno. Cerró las ventanas, pero nada más entrar en la cama oyó un sonido sospechoso en el comedor. Casey se levantó y corrió hacía allí.
Al entrar al comedor se topó con un hombre mirando la chimenea. Era una persona alta y extremadamente obesa, iba vestido con un horrible traje rojo con decoraciones blancas y respiraba entrecortado como si acabara de realizar un gran esfuerzo. Silenciosamente, Casey cogió un cuchillo de la encimera de su cocina americana y se acercó a la puerta de salida del apartamento, donde había un interfono para llamar a seguridad. El hombre se percató de la presencia de la alcaldesa y se giró, estaba demacrado, lucía una larga barba blanca descuidada y unas negruzcas ojeras bajo los ojos como si no hubiera dormido en años.
— ¡Ho ho ho! —Gritó el hombre— Señorita Casey, se supone que debería estar dormida.
— ¿Quién cojones eres tu? —chilló Casey dando pequeños pasitos hacia el interfono— ¿Cómo has entrado?
— Soy Papá Noel —contestó— Dime, ¿has sido buena estos últimos mil latidos?
— Si tu eres Papá Noel yo soy Abraham Lincoln —Casey apretó un botón en el interfono— No eres el primer psicópata con el que me encuentro, pero te advierto que esta vez no estoy sola. Este edificio tiene seguridad y acabo de llamar. Estarán aquí antes de que llegues a atraparme.
— ¡Ay, cómo son estos jóvenes! —el hombre se frotó la panza haciendo círculos mientras se reía de forma exagerada— No es necesario ponerse así, vengo sólo a dejarte un regalo.
— Deja el rollo de Papá Noel —le gritó Casey agarrando el cuchillo con fuerza— Aunque existiera no se parecería a… esto.
— Que no me hayas visto antes no significa que no exista —dijo tranquilamente el hombre— ¿Recuerdas aquella Barbie de cuando tenías ocho años? La de los tres vestidos y el tocado rosa.
— ¿Pero cómo…? —Casey dudó un segundo pero luego levantó el cuchillo de nuevo— Seguro que me has metido este recuerdo en la mente de alguna manera ¿Quién eres?
— Soy Papá Noel —dijo sonriente.
— ¡Papá Noel no existe! —gritó la alcaldesa.
— Eres la alcaldesa de una ciudad donde viven dinosaurios que hablan y consideras que es más probable que yo sea un telépata que Papá Noel — el hombre sacó de un gran saco un paquete de regalo—. Creo que lo mejor que podrías hacer es irte a descansar un rato.
En ese momento seguridad llamó a la puerta. Casey abrió a toda prisa y entraron cinco soldados armados. Casey les señaló hacia el comedor, pero todos se quedaron en silencio al ver que allí no había nadie. Registraron toda la casa pero no hubo ni rastro del intruso.
La única prueba que quedó de la peculiar visita fue un regalo envuelto en papel brillante al lado de la chimenea. Dentro había un par de calcetines decorados y un DVD de la película Pesadilla en Elm Street. Durante el siguiente latido, Casey pidió que tapiaran la chimenea de su apartamento.
Imagen – Casey Becker in Vulture